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Por Leonardo Pez | lpez@ellitoral.com


En el marco de la XXV Feria del Libro de Santa Fe, Mariano Pereyra Esteban presentó su flamante novela, “Vayasí”, editada por Contramar. Se trata de la primera publicación del autor en una editorial argentina, luego de “Escorpio” (ganadora del XX Premio de Novela Corta Salvador García), “Catorce nueve” y “Los ferrodontes y otros cuentos” (Ediciones B, México, 2012). En 2009, recibió el Premio Juan Rulfo de París. En diálogo con El Litoral, Pereyra contó que “Vayasí”, en línea con la tradición Jack London, James Dickey, Algernon Blackwood y Horacio Quiroga, recrea “una Santa Fe de mentira. Es la ciudad en la que yo viví, la que me imaginé y la que no conozco más”.

Sobrenatural

—¿Cómo nació la idea de “Vayasí”?

—Venía obsesionado con el tema de la naturaleza como una entidad sobrenatural, paradójicamente. La naturaleza nos excede, refleja la insignificancia humana, combina la crueldad y la piedad, la belleza y lo horrible, lo espantoso y lo magistral. Es una entidad demasiado humanizada, pero cuando se ve sin las medidas humanas, despierta el inicio del horror cósmico, los terrores existenciales. Tengo la hipótesis de que lo que nosotros conocemos como horror cósmico, que es una forma divertida de llamarle a la angustia existencial, nace de la naturaleza.

—Al inicio, hay una cita a Lovecraft que plantea la idea de la curiosidad como un peligro.

—La ignorancia es una de las premisas fundamentales de Lovecraft. También, en Nietzsche, para quien, el hecho de que ignoremos lo insignificante que somos es lo que nos mantiene cuerdos. El exceso de conocimiento nos pone ante realidades para las que no estamos preparados, o, incluso, ante el desvanecimiento de toda la construcción de sentido que hemos realizado como individuos y como humanidad. Lovecraft tiene esa expresión maravillosa: no es que el hombre sea ignorante, el hombre no tiene la inteligencia suficiente para unir los puntos diversos que le abrirían las puertas de la percepción y el conocimiento hacia algo que nos refleja y nos muestra como insignificantes. La verdad está en el fondo, decía Schopenhauer. Está relacionado con el concepto de las metáforas muertas de Nietzsche, donde los sentidos son construcciones sobre construcciones sobre construcciones cada vez más artificiales… y, quizá, volver a los principios del conocimiento tire todos los castillos de naipes al carajo y nos encontramos que somos lo mismo que un organismo unicelular.

Incertidumbre

—Lo paradójico es que Carlos Wade y Ricardo Prieto son dos hombres formados, pero la investigación comienza a adquirir más potencia desde el plano sensorial, como una suerte de deep web.

—La deep web es, sin dudas, analogía de una deep web real. Nuestras percepciones y nuestros conceptos están navegando sobre una realidad, donde hay mucho arriba y mucho abajo. Como en el río. Carlos Wade y el licenciado Prieto terminan dependiendo, casi accidentalmente, de sus percepciones. Se encuentran con que su universo, construido académicamente o por curiosidad y búsqueda propia, empieza a despedazarse y hay cosas que no tienen una explicación racional, ni siquiera científica. Porque la ciencia también se elabora a base de medidas antropomórficas. Hasta hace unos años, creíamos que el tiempo era constante, vino Einstein y le puso la v de variable. La ciencia, como ese cronos que se come a sus hijos, es un elemento muy presente en la literatura de terror desde Frankenstein. Está el miedo a lo que podemos descubrir. ¿Por qué no deberíamos conocerlo? Porque no nos gusta. Pero es un elemento más para los juegos literarios.

—Un fragmento de “Vayasí” dice: “Yo también creo en la niebla, porque no comprendo lo que vi o lo que viví”. La figura de la niebla remite, sin dudas, a Unamuno.

—La niebla en la literatura es un juego genial, porque funciona como límite. En el caso de Unamuno, es el límite difuso entre la ficción y la realidad. Para mí, “Niebla” es de las obras más trascendentales de la literatura moderna. Pero también está la niebla con la que termina “Sir Arthur Gordon Pym” de Poe, aunque dicen que la novela está inconclusa. El personaje principal perdiéndose en la niebla. Lo que continúa es trascender límites hacia lo desconocido. En este caso, también funciona como ese límite entre la certidumbre y la incertidumbre. Uno está en la niebla cuando no tiene de dónde agarrarse.

Modus operandi

—La tarea del narrador en “Vayasí” parece ser la de un administrativo que ordena archivos.

—Fui un burócrata que armó un expediente. Me puse a investigar cómo se labran actas y cómo se hacen expedientes hoy en la provincia de Santa Fe. La verosimilitud que no le puedo otorgar a una novela, como lo podría haber hecho Lovecraft, se da con un formato distinto, mezclado con el periodismo. Es un concepto fundamental de la literatura: la mejor mentira es la que tiene pedazos de verdad. Para abrir más el juego, hay un elemento lúdico. La historia no es lineal, para que cada uno vaya pescando las pistas como mejor le parezca.

Además, aparece el género epistolar, adaptado a la era actual. En la investigación académica, el mail tiene el objetivo de dejar sentados ciertos avances, reflejando mucho de lo que se hacía en el círculo de Lovecraft, que eran las ideas y vueltas de cuentos por la vía epistolar. En los mails, cada personaje tiene la posibilidad de explayarse. Hay un proceso de espera entre la respuesta y el envío. En cambio, el diálogo es mucho más pragmático, aún el diálogo de un bar.

—Al igual que en “Escorpio” aparece la figura del periodista, en este caso encarnado por Sonia Valverde, y vinculado con tu formación profesional.

—Me resulta mucho más verosímil el periodista que un investigador privado. Sonia reconstruye los hechos con sus prejuicios e interpretaciones erróneas, incompletas. Si lo quisiera, tiene la posibilidad de irse a investigar la existencia de una isla y romper la rutina. El periodismo es una profesión que he parasitado a favor de la literatura. Mis prácticas periodísticas terminaron en una excusa y una herramienta para crear personajes, modos de ver y de indagar. Me sirvió como herramienta literaria, que no es poco. En el libro, hay un trabajo con fechas y lugares, hay muchos basados en la realidad (bólidos en el cielo, vacunos muertos en forma extraña, desapariciones de personas). Las noticias sobre fenómenos astronómicos fueron tomadas de la Hemeroteca de El Litoral. Es una obra que terminó siendo más compleja de lo que me esperaba.

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